Revista de Crítica ISSN 2954-4904
Literatura


Armonía Somers, Cuentos completos, Páginas de Espuma, Madrid, 2021, 616 pp.


El interés primero por reeditar y dar a conocer las obras de la escritora uruguaya Armonía Somers (1914-1994) en este segundo milenio debe acreditársele a la editorial argentina El Cuenco de Plata, que entre 2009 y 2016 publicó, en orden de aparición, La mujer desnuda, La rebelión de la flor, Solo los elefantes encuentran mandrágora, Viaje al corazón del día, Un retrato para Dickens y Tríptico Darwiniano (desconozco si se planea continuar con la publicación del resto de la obra, pero sus ediciones circulan en varias librerías mexicanas y son accesibles en tiendas en línea). En México, la editorial de la Universidad Veracruzana tuvo intenciones de editar a la uruguaya por allá del 2012; sin embargo, el proyecto parece haber quedado en el aire. Por su parte, desde 2020, múltiples editoriales españolas han republicado La mujer desnuda, El derrumbamiento y De miedo en miedo, pero quizá el esfuerzo más llamativo e imponente sea el de Páginas de Espuma con Cuentos completos.

En este volumen se reúne la totalidad de los cuentos escritos por Somers, otros escritos periféricos, algunos de los cuales podrían resultar hasta interesantes (prólogos, entrevistas, reflexiones en torno a la adaptación cinematográfica de textos literarios, un guion de cine), y una selección de imágenes facsimilares de sus manuscritos que disfrutarán curiosos y fetichistas. Publicados entre 1953 y 1994, los cuentos se desarrollan en un mundo enigmático habitado por hombres y mujeres que se debaten entre la satisfacción de sus deseos y la represión de sus impulsos, decantándose las más de las veces por la primera alternativa, aunque esto tenga consecuencias desastrosas. En sus relatos, Somers urde historias de resonancias bíblicas con episodios de la nota roja, amalgama escenas cotidianas con dramas de folletín y situaciones absurdas, entremezcla atmósferas oníricas y misteriosas a los rincones sórdidos de la urbe y los ambientes somnolientos de la provincia con el fin de desplegar los claroscuros y las contradicciones de la existencia humana.

Además de escritora, Somers se formó como pedagoga y se desempeñó en la enseñanza y la investigación. En el ámbito académico, mostró especial interés en la criminalidad y la marginación; de ahí que no resulte extraño que en sus ficciones abunden asesinos, violadores, ladrones, prostitutas, vagabundos, entre otros personajes del hampa; lo que puede resultar inusual es el tratamiento que le depara. Sin llegar a la apología del crimen o a la idealización del marginado, sin hacer una pornografía de la miseria, los relatos dan cuenta de la complejidad de estos seres y de sus acciones. Por otra parte, otros tópicos comunes son la sexualidad y las relaciones afectivas en toda su gama (“Réquiem por Goyo Ribera”, “Saliva del paraíso”, “El desvío”, “Jezabel”) y las diferentes manifestaciones de la locura y la pulsión autodestructiva (“La puerta violentada”, “El hombre del túnel”, “Muerte por alacrán”, “El ojo del Ciprés”). También resulta notable, dicho sea de paso, la originalidad con la que trata los temas de la maternidad (“Salomón”) y la pérdida (“Historia en cinco tiempos”), así como la destreza con la que emplea el humor y la ironía para denunciar las convenciones sociales rancias, los abusos de las clases dominantes, la violencia de género y la rivalidad enfermiza.

Se entiende, pues, que, para darle cabal expresión a este mundo crepitante y a sus criaturas no humanas, pero demasiado humanas, haya utilizado una prosa que se desvía constantemente de sus funciones habituales, que no es transparente ni expedita, que no se rige bajo los valores de la utilidad y la univocidad; una prosa cromática y con el pulso variable del torrente sanguíneo, una prosa regida por el criterio de la sensación y capaz de soportar las violentas contorsiones del lenguaje, una prosa que explota la metáfora, la sinécdoque y la metonimia, la diversidad de registros orales y la parodia de los discursos institucionales. Se entiende, asimismo, que una prosa como esta, que puede escocer el tacto de una vista delicada e importunar el flujo apacible del pensamiento abotargado, haya causado repulsa, incomprensión y ninguneo en el momento de su aparición.

A propósito de la novela, Octavio Paz subrayaba la ambigüedad como rasgo fundamental de un género que se opone a los discursos de la razón porque su intención no es la de informarnos, “no le interesa contar lo que pasó, sino revivir un instante o una serie de instantes, recrear un mundo”. Esto es totalmente válido para la escritura de Somers, cuyos personajes, escenarios y argumentos insisten en la ambigüedad y la confusión; sin embargo, aunque en la mayoría de sus relatos esto es una virtud y la prueba de una búsqueda legítima por encontrar nuevas y vibrantes formas de narrar las historias que ya todos conocemos, hay algunos en donde se cae en la franca ininteligibilidad o cuya ejecución no recompensa el esfuerzo: estos son los peligros que se corren cuando se emprende una aventura literaria genuina (recuérdese las últimas obras de Jesús Gardea).

Además de los cuentos, el volumen ofrece un prólogo a cargo de la doctora María Cristina Dalmagro, especialista en la escritora y encargada de organizar su archivo que resguarda la Universidad de Poitiers. Descontando la prosa gris con la que está escrito, el texto participa en dos juegos y en ambos pierde: dirigido a quienes ya frecuentaban la obra de Somers, resulta superficial y reiterativo e incluso equívoco (se habla de peripateia, cuando se quiere decir peripeteia o, en cristiano, la peripecia aristotélica); dirigido a quienes se acercan por primera vez a la uruguaya, resulta insuficiente: no se sitúa en contexto la producción literaria de la autora y no se aventuran interpretaciones de su escritura (¿no hay en la prosa literaria de Somers una reacción a la prosa del discurso académico?).

En cuanto a los objetivos editoriales de Páginas de Espuma de reunir todos los cuentos de Armonía Somers en un solo volumen valdría la pena decir unas palabras. Me parece importante y hasta necesaria una edición como esta, hacía falta, ciertamente. Sin embargo, si el objetivo es atraer nuevos lectores, parece difícil que esto se cumpla y quizá hasta ocurra lo contrario. Desdibujado el marco en el que originalmente aparecieron, marco que les provee de unidad al ligarlos a una idea en común, los relatos se apilan uno tras otro como fardos que podrían abrumar y desmotivar a cualquiera que se encuentre por primera vez ante esta narrativa singular. En ese sentido, una antología con los mejores relatos podría ser más accesible o la reedición de los libros individuales. Cuentos completos es, definitivamente, un libro para los conversos y para los académicos (¿a quién más podría interesar un guion cinematográfico?). Con todo, no deja de ser loable el esfuerzo de Páginas de Espuma: han erigido un vistoso mausoleo.

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