Revista de Crítica ISSN 2954-4904
Literatura


Gabriel Zaid, Poemas traducidos, El Colegio Nacional, Ciudad de México, 2022, 411 pp.


Con Poemas traducidos se suma el sexto volumen a la colección de las obras de Gabriel Zaid editadas por El Colegio Nacional. En esta ocasión se trata de un libro peculiar, cuyo contenido se divide en dos partes: poemas que Zaid tradujo entre 1968-2020 y algunos de sus poemas trasladados a distintos idiomas entre 1966-2019. En Poemas traducidos se reúnen cuantiosas voces, así la de Zaid traduciendo a quince poetas de variadas épocas y geografías, como una larga lista de traductores/poetas –el libro la incluye al final– que vertieron la poesía de Zaid a otras lenguas: inglés, francés, italiano, portugués, alemán, sueco, checo, holandés, griego y japonés.

Adolfo Castañón escribió en Literal Magazine que una compilación como la de Poemas traducidos debate con la autonomía e individualidad del autor. En efecto, en el libro nos encontramos la voz de Zaid por doquier, pero nunca sola. Los poemas traducidos de Reloj de sol vienen en segundo lugar, luego de dar un repaso por los diversos nombres que el poeta y ensayista fue trasladando al español: Gérard de Nerval, Po Chu Yi, Paul Celan, János Pilinszky, Georges Bataille, Jan Zych, Wislawa Szymborska y otros; después, también, de sus notas críticas sobre las coplas de Fernando Pessoa y las canciones de Vidyápati. Y, aún después, del apartado “Poesía indígena del norte de México”. Además, cada uno de los poemas de Zaid se acompaña con la o las traducciones que se han hecho de él. Se trata de un libro que no solo deja huella de las lecturas minuciosas del poeta, sino que nos invita al extenso territorio de la curiosidad intelectual auténtica, siempre dispuesta al diálogo compartido.

Los poemas que Zaid tradujo se habían publicado durante años en distintas revistas y suplementos: La cultura en México, Siempre!, Plural, Vuelta, La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Diálogos, La Jornada Semanal y Letras Libres, y hoy se pueden encontrar como “Quince poetas” en Poemas traducidos, pero también en Letras Libres bajo el mismo título (https://letraslibres.com/revista/quince-poetas/). Como mencioné antes, este libro es un diálogo, recoge la conversación que Zaid mantiene durante medio siglo a la par que escribe sus ensayos sobre poesía o el mundo cultural. No es de sorprender lo diverso de sus intereses: así Safo, Dorothy Parker, Fouad El-Etr, como los cantos pápagos, yaquis y tarahumaras, pero siempre cuidando la canción. Si hay una constante en la amplitud que Zaid recorre es esa, el ritmo que, además de ser sonoridad conmovedora, es un asunto arraigado en las culturas. Por ello Jeannette L. Clariond escribe en Letras Libres que Zaid “prepara sus traducciones con minuciosidad y lógica. No solo vierte, razona lo que traduce. Lo comprende desde su más intestina raíz”.

Los temas, los estilos, las formas, varían. Son más de cincuenta y dos años acudiendo a la escritura de otros para traerla al español. Aun así, es posible notar cierto gusto, aunque no único, sí constante: el tono agridulce, irónico; la cuestión amorosa, el humor. Inclinaciones que están en los poetas que fue traduciendo y en sus propios poemas, por ejemplo “Homero en Cuernavaca”:

¿Qué le hubiera costado a Dios

que todas fueran unos mangos?

Así cada uno tendría el suyo

y nunca hubiera ardido Troya.

Pero, si todo fuera amor,

¿quién haría historia?

En el prólogo de Versiones y Diversiones (1974) –al cual Poemas traducidos no deja de recordar– Octavio Paz escribió que su libro, sin pretensiones de enseñanza, es resultado de “la pasión y la casualidad”. Quizá debamos concederle tal espontaneidad también a Zaid, pero sin olvidar que, aunque la traducción venga de la recreación, esta tiene que sortear las diferencias lingüísticas. Un buen traductor nos acerca tanto como puede al texto original, pero Poemas traducidos, en tanto cúmulo de lenguas y voces, nos recuerda la paradoja que había destacado Paz en Traducción: literatura y literalidad (1971): por un lado, desaparecen las distancias entre una lengua y otra, pero por el otro, se revelan más plenamente. Con todo, la lejanía entre idiomas provoca un movimiento placentero. En un breve ensayo sobre el bilingüismo del poeta mexicano Francisco Cervantes, Gabriel Zaid nos cuenta que no solo hay riqueza en el desajuste de estar en otra lengua, sino en la acción de trasladarse. Además de reconocer que la lengua materna es un mundo incompleto, el hallazgo está en “la experiencia del salto de una lengua a otra, cuya imagen puede ser la caricia” (Leer poesía).

Como lectores, podemos creer que Zaid, en tanto traductor experimentado, acumuló la suficiente seguridad para espejear entre una lengua y otra, sin embargo, si vamos a su obra poética nos encontramos una presencia constante: la duda. Pero la duda grata, la vacilación juguetona y la burla de sí mismo. En sus poemas, como en sus ideas sobre el bilingüismo, se privilegia el lado sencillo de la sensualidad y la incertidumbre; la sorpresa sin oscuras introspecciones, la balada breve. A un lado de la imponente figura del intelectual, el flanco poético de Zaid es modesto y colorido, un descubrimiento grato para quienes ya lo admiran en sus ensayos:

“Mil y una noches”

Después de medianoche,

del cine, con una extraña ebriedad,

ausculto el corazón de mi coche

de miedo de auscultar mi soledad.

Música, música inebriante.

Serpientes al verano de la noche.

Quieren volar las eses del volante.

Dios no dio alas a los coches.

Árboles, ríos,

extrañas frutas de ámbar,

de jade, de rubí,

en el jardín prohibido de la noche

dicen que no,

dicen que sí.

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