Revista de Crítica ISSN 2954-4904
Cine


Joachim Trier, La peor persona del mundo, Noruega, 2021.


Joachim Trier toma como referencia para La peor persona del mundo a la comedia romántica con gotas de screwball comedy del Hollywood clásico y construye una película fascinante que supone un paso más allá de dicho género. El personaje central y absoluto es Julie (Renate Reinsve), una treintañera privilegiada que pone su mundo continuamente patas arriba. No solo es consciente de ello, sino que lucha rebelde contra el desasosiego imperante en un mundo inestable en todos los sentidos. Al igual que dos conocidos personajes femeninos de la comedia romántica clásica, sus peripecias se desarrollan alrededor de su historia con los hombres que las aman.

Solo que mientras Hildy Johnson de Luna nueva (His Girl Friday) y Tracy Lord de Historias de Filadelfia (The Philadelphia Story) encuentran un nuevo equilibrio, dentro de su desorden, en la elección de con quién quieren compartir el resto de su vida, Julie abrazará su desasosiego, las dudas y las imperfecciones para buscar su camino sola.  En el Epílogo vemos a Julie trabajando en una habitación propia, como si abrazara finalmente la ruta trazada por Virginia Woolf. No, ya no vale un final junto a un compañero de vida, porque eso no supone el equilibrio perfecto de la protagonista. Lo importante es el recorrido, son los pasos dados para ser una misma.

La película empieza con Julie, sola, en una terraza vestida de fiesta bajo un atardecer. Como una mujer soñada. Y termina con Julie, de nuevo sola, en una habitación trabajando frente a su ordenador. No hay que dejar de señalar que Hildy, Tracy y Julie son tres mujeres creadas por guionistas masculinos. Las tres son el eje central de películas dirigidas por directores. Pero, sin embargo, poseen un montón de matices interesantes, digamos que tienen vida propia. Incluso Julie parece que escapa de los designios de las fantasías masculinas, y como si fuese un personaje pirandelliano… va por libre.

Ellas no son Manic Pixie Dream Girls, no forman parte de esa galería de personajes femeninos que son la recreación de un ideal soñado por sus creadores. Mujeres con un punto de locura que aparecen justo en un momento gris o demasiado racional del protagonista y que ve su vida revolucionada con la aparición de la excéntrica fémina. Con ella, el personaje masculino consigue dar un vuelco a su vida. Pero la Manic Pixie Dream Girl siempre es ideal, no necesita evolucionar como personaje, está colocada en cada fotograma como fantasía. Jonathan Dayton y Valerie Faris explicaban a la perfección este arquetipo en Ruby Sparks (2012). El guion fue escrito por su actriz principal, Zoe Kazan. En la película un escritor depresivo crea un personaje femenino que acaba materializándose y viviendo con él… Cuando la fantasía se hace realidad, empiezan los problemas.

Pero siguiendo el hilo de las tres damas de la comedia, Hildy Johnson (Rosalind Russell) es una reportera habituada a trabajar en un mundo de hombres que quiere encontrar la calma en una vida rutinaria. Su elección está entre Walter Burns (Cary Grant), el director del periódico donde trabaja y exmarido, o Bruce Baldwin (Ralph Bellamy), su prometido, con el que va a iniciar una vida alejada de la vorágine periodística.

Tracy Lord (Katherine Hepburn) es una dama de la aristocracia con algún que otro trauma, que no logra ser feliz en su vida sentimental. Se encuentra en un momento crucial, a tan solo unas horas de su boda: aparece su exmarido C. K. Dexter Haven (Cary Grant); conoce a Macaulay ‘Mike’ Connor (James Stewart), un periodista intelectual; y está a punto de casarse con George Kittredge (John Howard), un empresario con muchas ganas de ascender socialmente. 

A Julie no la queda mucho para cumplir los treinta años (la película transcurre durante unos cuatro años de su vida), es una joven con un montón de inquietudes, pero no se decide por ningún rumbo profesional. Cambia la medicina por la psicología y después se decanta por la fotografía, mientras trabaja a media jornada en una librería. Pero tampoco en lo emocional consigue desprenderse del desasosiego que le provoca un mundo imperfecto y complejo, pese a ser una mujer privilegiada. Aun así encuentra cierto equilibrio con un famoso dibujante de cómic, Aksel (Anders Danielsen Lie), catorce años mayor que ella, aunque siente que va hacia una vida que no desea: la maternidad, los hijos, la obligación de un trabajo fijo, un trauma sin solucionar con su padre… De pronto, se cruza en su camino Eivind (Herbert Nordrum), un joven camarero con el conecta en ese afán por vivir apasionados el presente, sin construir un futuro incierto.

Hildy Johnson decide que prefiere la incertidumbre que le ofrece una vida volcada en el periodismo y junto a Walter Burns, su ex. Tracy Lord está cansada de ser una diosa, una mujer perfecta, una estatua de bronce, y prefiere ser imperfecta, una mujer de carne y hueso, real. Solo puede recuperar esa sensación junto a su ex, igual de imperfecto y desastre que ella. Ninguno de los dos sueña con un hombre o mujer ideal, los dos saben que van a acompañarse en un recorrido con obstáculos. Por último, Julie no decidirá, porque ni ella está para hacer felices a Askel y Eivind, ni ellos son la fórmula para su felicidad. Simplemente, se han querido e ilusionado, han vivido buenos momentos; a veces, también se han herido y han tenido una conexión preciosa. Los tres siguen batallando con la vida, solos o acompañados.

Joachim Trier de esta manera presenta una historia a tres bandas con los ingredientes de una comedia romántica, pero en un momento dado gira a la tragedia, porque así es la vida, y sus personajes son conscientes entonces del pasado recorrido y de cómo quieren continuar. El destino de los tres protagonistas es muy diferente, y en el centro de la historia está Julie.

El director noruego no solo cuida la manera de contar sus historias, sino también qué cuenta. La peor persona del mundo forma parte de la trilogía de Oslo junto a Reprise y Oslo, 31 de agosto. Las tres tienen en común que sus protagonistas son jóvenes en la ciudad de Oslo, que plantean cuestiones existencialistas en la Noruega contemporánea, que los guiones están coescritos con su colaborador habitual (y amigo de la adolescencia), Eskil Vogt, y, por último, en las tres aparece el actor Anders Danielsen Lie.Joachim Trier también ha sorprendido con otras obras cinematográficas como El amor es más fuerte que las bombas o su particular melodrama familiar y la maravillosa Thelma, un relato cinematográfico sobre una joven bruja contemporánea.

La peor persona del mundo fue una de las películas que se proyectaron en el Festival de Cannes en 2021 y hay una bonita historia de familia relacionada con este evento. El abuelo del cineasta, Erik Løchen, también fue director, y no lo tuvo fácil porque en ese momento el estado noruego no apoyaba a sus cineastas. Sin embargo, en 1960 acudió a dicho festival con The Chasers (Jakten, 1959) y resultó una experiencia positiva, pues se sintió reconocido. Curiosamente la película de su abuelo era la historia de una mujer y dos hombres, con aires de la nouvelle vague. Como explica Trier, su nieto, en una de las entrevistas que concedió a raíz del estreno de La peor persona del mundo: “Por otro lado, yo soy hijo de un sistema de apoyo por el que él luchó a lo largo de su vida: la idea de que el cine artístico es el valor más fuerte de los países nórdicos”. Así que lo que no pudo disfrutar el abuelo, lo está experimentando su nieto: poder crear con continuidad y contar sus historias tal y como él quiere.

La peor persona del mundo tiene una estructura especial: un prólogo, doce capítulos y un epílogo. Cada uno de sus segmentos cuenta con un principio, un desarrollo y un desenlace y hace avanzar la historia de sus tres personajes. Los primeros capítulos tienen un tono de comedia romántica, incluso en la manera de presentar a los personajes, con inteligentes decisiones de puesta en escena y una banda sonora especial. Después, la película, sobre todo a partir de que Julie toma unas setas alucinógenas en compañía de Eivind y unos amigos, va adquiriendo un tono más serio y trágico. Y más todavía cuando esta se entera de la enfermedad de Askel.

Como en las comedias románticas clásicas nombradas, hay unos acontecimientos que ponen patas arriba la vida de la protagonista, pero el orden establecido no viene de la mano de una elección de pareja, ni siquiera se establece ese orden, solo se descubre a una mujer que aprende a vivir con la incertidumbre e intentando ser fiel a sí misma, a lo que ella desea.

A pesar de este giro que da a la comedia romántica, La peor persona del mundo tiene momentos de romanticismo extremo, porque los instantes hermosos y felices en compañía de otros existen. La sucesión de escenas que cuentan cómo Julie y Askel se conocen y se convierten en una pareja cómplice. La noche que Julie se cuela en una fiesta y establece una relación con un desconocido, Eivind. La manera en que ambos conectan y cómo juegan a acercarse sin poner los cuernos a sus respectivas parejas. Hay un momento maravilloso visualmente en el cual no llegan a besarse, pero aspiran el humo de cigarrillo del otro. O cuando Julie detiene el tiempo para reunirse con Eivind, y pasan una tarde juntos, con todo el mundo quieto a su alrededor. En una habitación de hospital, donde Askel le dice lo que ella ha significado en su vida…

Pero es que, además, La peor persona del mundo trata de un montón de temas contemporáneos que viven personas entre treinta y cuarenta años: el desasosiego y la inestabilidad que provoca la situación mundial, el cambio climático, el bombardeo de distintos dispositivos y redes sociales, la incertidumbre del futuro, lo efímero de la vida, los límites del humor, la maternidad o la falta de instinto, lo que significa el pasado cuando ya no hay futuro… No obstante, no nos engañemos, sí, Joachim Trier ha firmado una hermosa comedia romántica, aunque suene a contradictorio después de todo lo escrito.

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