Revista de Crítica ISSN 2954-4904
Literatura


Pablo Katchadjian, Gracias, Blatt & Ríos, Buenos Aires, 2022, 126 pp.


La palabra “gracias” aparece trece veces en Gracias, de Pablo Katchadjian (1977). La primera es de Hugo hacia el narrador, cuando este último le regala el libro Posiciones sexuales especiales para practicar entre hombres.

Por otro lado, veintidós veces aparecen los silencios sonoros a través de los cuales Katchadjian narra, presenta una pintura invisible o si se quiere un lienzo con varias libertades por ejercer, nos hace participar en la creación del relato. Ejemplo: “Y debajo de la frase había una carita horrible que pretendía ser simpática; era más o menos como esas caritas que uno ve cuando…”

Gracias sucede en un mundo que resulta, como presenta el narrador al comienzo, “desconocido y a la vez familiar”. Un mundo que se apega a las leyes naturales —en cuanto patrones del espacio-tiempo— a las que estamos acostumbrados, pero que no deja de contener lo fantástico.

Hay estructuras sociales y económicas que resultan conocidas, que resuenan en la historia paralela que los personajes fuera del libro vivimos, pero también hay “aves gigantes, algunos felinos muy pequeños y una especie de caballito con tres cuernos”, sazón que no aparece en exceso —agita justamente las papilas—, sino que se presenta como un conjunto de pinceladas ocasionales que aportan peso a la balanza en favor de lo desconocido, del misterio.

“También intuí algo muy obvio que para mí resultó revelador, porque me sentía como un hombre al que…” Volviendo a los silencios de puntos suspensivos, tres caracteres son su herramienta para apelar a nuestra imaginación, a nuestros deseos, a nuestros dolores. Esto por supuesto que no define ni reduce la narración a detalles sintácticos, sino que la intención de resaltarlos es visibilizar su utilidad para adecuarse a los tonos que el lector aporta a la lectura. Es decir, es una estrategia que obliga a tener una posición activa, a la agencia, a rellenar el recipiente moldeado por Katchadjian con lo que tengamos en nuestras reservas. 

Y también existe otro tipo de silencio: el del vacío resultado de la ingesta de raíces (pincel detectado). Varios personajes se ven afectados por este regalo de la naturaleza salvaje que se presenta en la narración; para bien, como catalizador de valentía generadora de héroes, y para quizá no tan bien, como punto de encuentro con el inconsciente.

Podríamos decir que los personajes, a su vez, participan de vacíos que rellenan como lo hace el lector. Come una raíz y le toca al narrador encontrarse con su otro yo que es él mismo, aunque desde otros rincones más oscuros a la vista, y que parece que no quisiera regresar a las sombras. El ritmo se acelera con las raíces, aparecen los “agujeros negros”: a seguir con más rapidez la partitura.

Además, las repeticiones. Estos elementos que forman parte de la construcción narrativa también determinan el ritmo. Se repite el ritual del desayuno o el procedimiento de la cena, el acto de limpieza y humillación o el rezo para superar las incongruencias.

Una serie de actividades suceden, hasta que no, lo cual va directamente relacionado con la estabilidad de los personajes. Una disrupción en la cadencia trae consecuencias en los hechos: el ritmo configura. No es de extrañarse, dado que el sueño de Katchadjian es ser músico, según su propia confesión, y Gracias mucho parece una composición musical, si se le mira desde cierto ángulo. Es posible concebir, por ejemplo, la presencia de rasgos y perspectivas de creación de John Cage, en cuanto a componer desde el silencio, el vacío y el tiempo.   

Más allá de las pinceladas de fantasía, los silencios y las rupturas, la novela contiene temas de gravedad como la concepción de la libertad, la fecha de caducidad de los ideales humanos y la pureza de los mismos, el poder y la obstinación del poder, la condena irreversible del terror que acecha y la muerte.

Gracias es una historia que resuena en múltiples historias que hemos registrado como humanidad, llena de oscuridades y comicidades, de silencios y vacíos, de ahí que al leerla nos alcancen tantos ecos.

“La palabra es el resumen del silencio, / del silencio, que es resumen de todo”, se puede leer en la Sexta Poesía Vertical de Roberto Juarroz.

Anotaciones antes de que nos alcance la ceniza:

* Dar gracias a San Juan de la Cruz y a sus versos “la música callada, / la soledad sonora”.

* La emoción de consumir algo fresco y bien elaborado no nos obligará a empeñarnos en desmentir los datos bibliográficos de Gracias, sin embargo, bien podría sugerirse que el año de elaboración no sea 2011, sino 2024, con una fecha de caducidad indefinida. Ver páginas 30 y 31.

* Faltó poquísimo para que el silencio de puntos suspensivos número 4 apareciera en la página 33 de la edición reseñada, lo cual hubiera sacado una sonrisa a algún John Cage. Lamentablemente, nuestro silencio de puntos suspensivos número 4 aparece en la página 29 y el número 5 (que resalta por ser puro silencio) en la 33.

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