Revista de Crítica ISSN 2954-4904
Literatura


Pedro Baños, El poder. Un estratega lee a Maquiavelo, Editorial Rosamerón, Barcelona, 2022, 368 pp.


Mientras existamos, el poder, esa constante sombra y obsesión humana, encontrará nuevas formas de expresarse. En El príncipe, Maquiavelo intentó dilucidarlo. Publicado en Florencia en 1532, aunque escrito al menos dos décadas antes, esta pequeña disertación ha sido objeto de múltiples traducciones e interpretaciones y es una de las piedras angulares de la filosofía política. En el fondo, “pocas cosas han cambiado desde que se escribiera el libro”, dice Baños en la introducción a su más reciente obra, El poder. En ella, Pedro Baños se atreve a dialogar con Maquiavelo cargado de su amplia experiencia en la agridulce materia llamada estrategia. Hay muchas formas de leer El príncipe, pero es mejor hacerlo acompañados.

Pedro Baños Bajo nació en León, España, en 1960, y posee el grado de Coronel del Ejército de Tierra (actualmente en reserva). Ha realizado el Diplomado de Estado Mayor y comandado unidades en diferentes guarniciones alrededor de su país. Es magíster en Defensa y Seguridad por la Universidad Complutense de Madrid. Su trayectoria incluye la enseñanza, el análisis geopolítico, la contrainteligencia, la atención al terrorismo, la impartición de conferencias y la redacción de artículos y libros. Es difícil resumir su experiencia, pero sirva para dejar constancia de que el coronel sabe de lo que habla y lo presenta con humildad y un debido respeto a los lectores.

El poder es el cuarto libro de Pedro Baños y es publicado por la recién fundada Editorial Rosamerón. La bibliografía previa del autor la constituye una serie temática que apareció en la editorial Ariel y que ya ha sido traducida a varios idiomas. Esta trilogía la conforman Así se domina el mundo (2017), El dominio mundial (2018) y El dominio mental (2020). Además de su título, estos libros tienen en común presentar diversas reflexiones sobre la geopolítica en una secuencia lógica. El trayecto comienza pensando en los juegos en los que se involucran los países y poderes mundiales, los trucos y los blufs, en su intento por conquistar al adversario. El recorrido continúa con el estudio de los instrumentos y factores económicos, militares y hasta de comunicación con que los grandes y pequeños actores persiguen y mantienen el poder. Por último, Baños aborda el tema de la manipulación y la influencia que los poderosos ejercen sobre nuestras mentes. En conjunto, el autor plantea cuestiones existenciales tanto para las naciones como para los individuos: ¿somos tan libres como pensamos?, ¿qué estratagemas su usan para dominar y evitar ser dominados?

Habiendo cubierto las expresiones del poder, ahora Pedro Baños camina hacia el origen: el poder mismo. Participa con su nuevo libro en la rica y larga tradición que involucra el diálogo histórico con un texto fundacional de su campo, actualizando ciertos términos, brindando otros ejemplos y, más importante aún, esbozando preguntas para los nuevos lectores. El público al que se dirige El poder es de carácter general, aunque otros estudiosos y especialistas podrán aprovechar también el repaso que hace a El príncipe. El propósito de Baños es que los lectores tengan recursos para “pulir imperfecciones individuales y sociales”. En consonancia con su recomendación de estar alertas, presente en sus obras previas, ahora aboga porque nuestras vidas sirvan para un mundo más “justo, seguro y libre”.

Además de Maquiavelo, algunos de los autores que acompañan a quienes se dedican al pensamiento estratégico son Sun Tzu, autor de El arte de la guerra, y Carl von Clausewitz, un militar prusiano conocido por su magna obra De la guerra (editado y publicado por su esposa, Marie von Brühl, en 1832). Pedro Baños, al igual que otros que se dedican al estudio de la estrategia, vuelve una y otra vez a estos autores por su claridad, intuición y vigencia. Con este criterio es que seleccionó el autor el tratado del florentino.

El libro de Pedro Baños está compuesto de dos partes. La primera mitad, sobre la que discurre esta reseña, incluye dieciséis capítulos temáticos donde el autor reúne citas o pasajes de Maquiavelo y añade sus observaciones. La segunda mitad es una versión íntegra de El príncipe en una traducción a cargo de Daniel Tubau, un hombre tampoco ajeno a los textos de estrategia. Tubau publicó en 2018 un libro llamado El arte del engaño (Ariel), donde comenta antiguos textos chinos de estrategia, como El Arte de la guerra y Las 36 estratagemas. La colaboración con Baños en esta nueva edición se revela de manera natural.

Maquiavelo escribió una carta, con fecha del 10 de diciembre de 1513, a Francesco Vettori, entonces embajador de la República de Florencia ante el papa León X. En ella habla de su vida, que incluye paseos, naipes en la hostería con los panaderos y el carnicero, las lecturas de Dante, Ovidio y Petrarca, y también de su propia composición de un opúsculo llamado De Principatibus. Su nombre en latín indica algo sobre el liderazgo en los principados. Maquiavelo le da a Vettori un resumen de su contenido: habla sobre la soberanía, los tipos que existen, cómo se obtiene el poder, cómo se mantiene y cómo inevitablemente lo pierden los príncipes. El poder es un animal escurridizo y los humanos somos sus cazadores menos furtivos.

El polvo de los imperios, repúblicas y líderes que caen solo aderezan la obra de Nicolás Maquiavelo. Lo que para él parecía un trabajo menor escrito durante su exilio constituyó una verdadera revolución del pensamiento. Su aportación radica en la forma de tratar el poder político como un fin en sí mismo, libre de juicios sobre el bien y el mal. Donde antes los pensadores categorizaban a los gobiernos por el número de amos o líderes en el poder, como las oligarquías o las monarquías, o bien por qué tan justos e injustos eran, Maquiavelo solo contempla la existencia de repúblicas o principados sin importar su decencia o manera de dominar. En la república se intenta organizar al Estado para dar equilibrio a grupos de ciudadanos frente a los líderes evitando así el conflicto, mientras que en el principado es un líder quien ostenta el poder, por virtud o fortuna, frente al caos que significa la carencia de leyes.

El florentino inaugura un pensamiento moderno en el que sobresale lo objetivo: quién manda y cómo ha de sostenerse en el cargo. Así, con conceptos como el Estado (status, en latín), por ejemplo, Maquiavelo comenzó la edificación de un idioma aún utilizado para analizar las acciones de los líderes y la conducción de lo público (la res publica). Pedro Baños, actualizando vocablos también, dice que El príncipe funge como un manual o guía, una receta que pueden seguir los “torpes”. Maquiavelo propone medir a los príncipes por sus acciones y por sus resultados, los fines, dejando de lado los idealismos o las posibles inspiraciones divinas. Casi al mismo tiempo, en 1516, el inglés Tomás Moro publica en los Países Bajos su libro Utopía. Moro habla de lo que podría ser; Maquiavelo de lo que es sin ninguna fantasía.

Aunque Maquiavelo fuese republicano, la ironía de su texto y el estremecimiento causado por sus observaciones sobre la naturaleza humana le llevaron a ser tildado de cínico. Las recomendaciones de su guía iban especialmente enfocadas a los nuevos príncipes, esos hombres que, en medio de la guerra y las traiciones de una Italia resquebrajada, luchaban por cualquier medio por el poder. La visión en la época convulsa, a instancias del florentino, sería la de hacer valer la razón del Estado antes que cualquier otra causa o condición. Su apellido devino un adjetivo casi despectivo que utilizan las personas, especialistas o no, para referirse a alguien que se vale de falacias y argucias con tal de lograr cualquier cometido. En el Diccionario de la Real Academia Española la tercera acepción de maquiavélico es un adjetivo para quienes son astutos y engañosos. Pedro Baños advierte desde un inicio que la mal atribuida frase de “el fin justifica los medios” nos ha distraído de lo que El príncipe puede enseñar. Como suele pasar con las obras clásicas, la cita no aparece en los textos de Maquiavelo. Observo también que el cinismo ha brincado de un significado de la Antigua Grecia (la inconformidad y el rechazo ante el poder) a una versión moderna de la desconfianza de otros para auto-preservarse.

Pedro Baños seleccionó para el lector un orden de temas que podrían interpretarse como una secuencia del vicio a la virtud. En el primer capítulo establece la idea de la malvada naturaleza humana. El contexto de Maquiavelo lo habría vuelto un pesimista que recomendaría a un príncipe desconfiar de la colaboración y la bondad de sus súbditos. Por consiguiente, el instinto reptiliano, ese basado en la emoción y el impulso, sería el origen del mal actuar de ciudadanos y líderes por igual. El líder de Maquiavelo que recién despierta al heredar o hacerse de un principado comienza trazando diferencias entre aliados y enemigos, aunque desconfía de ambos, y ante los cuales es mejor ser temido.

Maquiavelo nació en un lugar y un momento en el que las artes, la filosofía y la política se encontraban en constante ebullición. Su padre, Bernardo, era un doctor en leyes que por sus deudas sumió a su familia en la pobreza. Por tal insolvencia se le prohibió ejercer cargos públicos. Mientras tanto, Nicolás se nutrió de la biblioteca de su padre. Aún joven, ocupó prestigiosos puestos oficiales, mismos que lo llevaron al centro de la acción política. Su dedicación en la cancillería le permitió dirigir misiones diplomáticas y tener injerencia en las decisiones militares de la República como, por ejemplo, recomendar la constitución de una milicia propia en vez de contratar mercenarios para la defensa de sus territorios. Tras cambios abruptos en el gobierno de la República de Florencia, el linaje de los Médici llega al poder y Maquiavelo es acusado de ser un conspirador. Pronto es detenido, torturado y finalmente exiliado en 1513 a una propiedad que había sido de su padre, al sur de Florencia.

El exilio le permitió a Maquiavelo completar dos de sus obras más representativas. Además de El príncipe, su otro libro, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, sirve para tomar los aprendizajes históricos de la época romana, comentarlos y recomendar su aplicación al contexto de su Florencia. Dicho espíritu, de la aplicación de un destilado histórico como ungüento a los tiempos modernos, lo repite Pedro Baños. Maquiavelo dedicó El príncipe primero a Giualiano de Médici y, cuando este fallece, cambia la dedicatoria a su sobrino, Lorenzo II de Médici. Maquiavelo intenta lograr el favor del linaje en el poder y le dice a Lorenzo que donde otros les regalan armas, oros y caballos a los príncipes, él le ofrece sus meditaciones de las acciones pasadas de grandes hombres reunidas en un pequeño volumen. Lorenzo es probable que no haya leído el presente. Años después, cuando Nicolás comenzaba a ser rehabilitado mediante la intervención de sus amistades, los Médici son depuestos. Maquiavelo es visto como un posible aliado de la familia recién destituida, por lo que no logra recuperar las antiguas posiciones por las que tanto trabajó. Muere en 1527 y El príncipe se publica en 1532.

Pedro Baños recorre la obra que Maquiavelo pulía una y otra vez mediante la investigación histórica, agudas observaciones y las discusiones con conocidos. A pesar de haber sido dirigida a otro príncipe, Maquiavelo utilizó la lengua vernácula en el dialecto florentino del toscano que el mismo Dante empleó años antes y que luego se asentaría como la base del italiano. Para nuestra visión moderna ya no importa tanto en qué idioma se encuentra, sino en cómo se actualizan ciertos términos. El príncipe es ahora un líder; el pueblo o los súbditos ahora son ciudadanos o seguidores. La crueldad y la facilidad de manipulación histórica de la humanidad permanece, pero ahora los líderes cuentan con herramientas para articular su visión. Pueden distinguirse fines, procedimientos y medios en un memo a un presidente, durante una campaña de guerra o al interior del consejo administrativo de una empresa. Por ejemplo, Baños, en su capítulo sobre la manipulación, dice que los jefes modernos se enfocan ahora en la motivación de sus equipos, para entretenerlos. Maquiavelo, caminando por el bosque, lo habría pensado como una forma de “entretener al rebaño”.

La progresión en el esquema de Baños continúa hasta llegar a lo que él llama “los valores de un buen líder”. En el camino atravesamos temas como “los premios y los castigos” o “suerte, valor y virtud”. Cada capítulo sigue una estructura que lleva a un entendimiento de la materia. Como quien infiere para la prueba de un teorema, comienza con una cita o tesis del texto de Maquiavelo y la va desarrollando con otras referencias propias y casos prácticos hasta rematar con una enseñanza. Los capítulos están hechos para una fácil consulta, lo que los hace más atractivos para quienes buscan su guía. En la segunda mitad, la que incluye el texto completo de El príncipe, ciertos pasajes se encuentran en negritas e incluye referencias a las notas de Pedro Baños. La lectura es bien lograda, al no abrumar con comentarios cruzados y también por no caer en el academicismo.

La experiencia de Pedro Baños está presente en el libro entero, pero es más notable su emoción en ciertos pasajes. Por ejemplo, al exponer sobre el ciberespacio y la desinformación, o cuando ofrece alguna anécdota de la Agencia de Seguridad de los Estados Unidos o de la lucha contra el terrorismo internacional. Sin embargo, mantiene un balance y una discreción suficientes para no espantar a los recién llegados a Maquiavelo y para no disgustar a los estudiosos.

Una triste fama rodea a Maquiavelo. Unos se acercan a él por morbo o por pensar que por su tamaño es un libro que se ingiere sin mayor complicación. Habrá también lectores para quienes el libro de Baños será su primera aproximación a Maquiavelo. El príncipe, como otras obras elementales del pensamiento político y la estrategia, invita a la constante revisión. Napoleón Bonaparte estudió y admiró durante su carrera completa al florentino. Fue derrotado el 18 de junio de 1815 en la Batalla del Monte Saint-Jean, luego conocida como la Batalla de Waterloo, en la actual Bélgica. En un coche que le había pertenecido se encontró un manuscrito suyo con sus comentarios sobre Maquiavelo. Sus notas aún pueden ser consultadas, pues fueron publicadas en 1827. Napoleón dijo que “Tácito compuso novelas, Gibbon es un vocinglero, Maquiavelo es el único libro digno de leer”. Que el Emperador de los franceses mantuviera el diálogo vivo con el florentino da testimonio de la enorme influencia que Maquiavelo ha preservado.

El príncipe pertenece a un antiguo género del Medioevo y el Renacimiento llamado “espejo de príncipes”. Los textos eran escritos por pensadores o monjes para instruir a los príncipes sobre la moral y ciertas ideas o conceptos filosóficos. La Ciropedia de Jenofonte (370 a.e.c.), citado por Pedro Baños, es un antecesor del género. Estos espejos aún nos sirven, aunque no tengamos a un preceptor frente a nosotros. Los reflejos que nos dan del mundo moderno, aunque aparezcan nebulosos, hablan de la vieja preocupación de las personas por el poder y la humildad con la que habríamos de reconocer que otros ya han trotado los mismos caminos. Maquiavelo no predicaba ni moralizaba; Baños tampoco.

Un buen líder es un buen lector, nos dicen Pedro Baños y Maquiavelo: “El príncipe debe leer la historia y poner atención especial en las hazañas de los grandes capitanes”. El libro de Baños puede abrir la puerta a quienes deseen saber más sobre la astucia y el ingenio del zorro aunadas a la fuerza y el poder del león. El General James Mattis, ex Secretario de Defensa de los Estados Unidos, habla a menudo de la importancia de la lectura para quienes buscan construir su carácter de líderes. Los libreros del General resguardan más de siete mil volúmenes. Otro ávido lector, Napoleón, mandó construir un librero portátil para llevar a sus campañas en 1803.

Al momento en que se escribe esta reseña, la tensión entre Rusia y Ucrania sigue escalando. Largos debates han tenido lugar, tanto en público como en privado, acerca de lo que los miembros de la OTAN deben hacer para contrarrestar la situación. El Coronel Baños ha sido una voz prominente en el análisis del tablero geopolítico de la región, mismo que se ha alborotado desde 2014, durante la previa incursión de Moscú en Ucrania, aunque el conflicto posea una carga histórica de siglos. Existen diversas maneras y herramientas para ver el conflicto. Por ejemplo, siguiendo la observación de Zbigniew Brzezinski, quien escribió que ​quien controla Eurasia, como en un gran tablero de ajedrez, controla el mundo (El gran tablero mundial: La supremacía estadounidense y sus imperativos geostratégicos, 1997). Pedro Baños se ha expresado acerca de la complejidad de recursos, defensa, e impacto económico que una posible, mas no deseable, guerra podría traer para el Europa y el resto del mundo. Sin embargo, los lectores de El poder contarán ya con un prisma para comenzar a entender el contexto de los sucesos actuales y algunos futuros. Bastará con mirar al actual Presidente de Rusia como uno de los príncipes de Maquiavelo, preocupado por mantener el trono, proyectando su poder, propiciando el miedo, en vez del afecto, en su propio principado y en el exterior. ¿A quién trata este príncipe de aliados y quiénes son sus amigos? ¿Cuáles de las clásicas argucias han de emplearse en este episodio? El lenguaje del poder y sus caprichos sigue presente mediante la repetición de un antiguo eslogan bolchevique en ruso: Кто кого? (Kto kogo? O ¿quién domina a quién?). Más que respuestas, intente el lector desarrollar su intuición con preguntas y la guía que Maquiavelo y Baños le ofrecen.

Tanto nomini nullum par elogium reza el epitafio de Maquiavelo en la Basílica de Santa Cruz, en Florencia: “No hay elogio para tanto nombre”. El coronel Pedro Baños suscribiría esta afirmación.

  • Glòria Fontcuberta febrero 20, 2022 at 5:05 am / Responder

    No olvidemos que tanto Marx como Engles leen a Maquiavelo, incluso Lenin i Gramsci utilizando El Príncipe para analitzar lo que representa el estado i los súbditos o lo que representa la lucha de clases i la toma del poder.
    Compraré el libro, ja que tengo los otros tres que ha publicada Pedro Baños I que me parecen muy interesantes.
    Saludos

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