Revista de Crítica ISSN 2954-4904
Literatura


Hugo Mujica, Del crear y lo creado, Tomo 2 (Prosa selecta 1: Ensayos) / Tomo 3 (Prosa selecta 2: Ensayo, narrativa), Vaso Roto, San Pedro Garza García, 2014, 659 pp. / 629 pp.


La obra de Hugo Mujica poco a poco ha cobrado una posición relevante en la literatura en lengua hispana. En este autor se observa un desarrollo muy al margen del que parece ser el currículum básico de la mayoría de los poetas contemporáneos. Mujica ha forjado, o más bien, se ha dejado forjar por su propia historia. Tanto su poesía como su prosa son producto de una vida que ha recorrido desde una infancia en la zona industrial de Buenos Aires, hasta la tradición monástica trapense, pasando por una juventud activa en el movimiento artístico de Greenwich Village en la década de los sesenta, además de estudios académicos que abarcan bellas artes, filosofía, teología y antropología. Pero más allá de la singularidad de su biografía, su obra conduce a señalar el concepto y la experiencia de un silencio creativo, el cual consiste en un cambio de enfoques por parte del individuo, de un modo de habitar que privilegia la acción egocéntrica, a una actitud contemplativa que concibe la vida misma como un don y la creación artística como respuesta a ese don.

           Vaso Roto Ediciones se ha dado a la tarea de reunir y editar la mayor parte de la obra de Mujica en tres tomos: uno con su toda su poesía publicada hasta año 2011 y dos con su prosa selecta. Como afirma el autor en las palabras preliminares, los libros incluidos en esta antología no son su obra completa sino su obra esencial. En esta selección, que abarca la mayor parte de su prosa publicada, se incluyeron los ensayos más estrictamente literarios. Quedan fuera algunos textos de tipo religioso (como Kyrie Eleison y Kénosis) que figuraron entre las primeras publicaciones de Mujica y representan más bien una línea que el autor trazó pero no siguió en el itinerario de su escritura.

           La mayoría de los ensayos incluidos versan sobre la poética, ya sea directamente o de manera tangencial. Esta constituye, para Mujica, no una fórmula de escritura sino una forma de pensamiento y una actitud: una manera de relacionarse con el mundo. A lo largo de todos los textos se conserva un lenguaje literario bastante cercano a la lírica y un uso particularmente significativo de la tipografía, ya que en la prosa de Mujica, al igual que en su poesía, los espacios en blanco tienen una función significativa, pues representan silencios que marcan un ritmo pausado de lectura e invitan a reflexionar desde ese mismo silencio.

           No hay inocencia en la poesía ni en quien la escribe: la postura de un poeta frente a su propia obra representa una visión del hombre frente a la vida. Mujica concibe la escritura como un proceso de vaciamiento que permite una receptividad creativa. Es decir, un autor no crea con el conocimiento acumulado, sino con aquello que le hace falta, con lo que ignora. Pero esta concepción del poeta no remite a algún concepto tradicional de la musa, sino a un cambio de las categorías del pensamiento (sujeto-objeto) y a una reestructuración de la relación del hombre con su entorno. La poética que Mujica desarrolla en sus ensayos supone una negación del yo, una ascesis. Más que una forma de escritura es un modo de pensar que no busca catalogar al mundo desde el yo, sino que, por el contrario, concibe la escritura como un acto contemplativo que implica una nueva forma de ver y expresar la vida, pero sobre todo, de vivirla despojándose del temor al silencio.

          En los primeros libros de ensayos incluidos, Origen y destino y La palabra inicial, se aborda principalmente la figura del poeta en la obra de Heidegger. No son, en grado mínimo, ensayos académicos. De hecho, tampoco podrían considerarse como ensayos filosóficos, sino que se trata de ensayos literarios, en todo el sentido de la palabra. Son altamente líricos, y no solo por el lenguaje en que se expresan y el tema que desglosan, sino, sobre todo, por la posición desde la cual se desarrollan. No se habla sobre poesía, sino desde ella. En estos textos se plantea lo que el filósofo alemán llamaba el habitar poético, el cual se opone a la razón técnica e instrumental y acerca al hombre a la realidad del Ser. En Flecha en la niebla se presenta una reflexión sobre el lenguaje y se propone la actitud de escucha o silencio. Esta actitud se concibe como una experiencia de vida susceptible de convertirse en un estado de comunión con el otro.

           Los ensayos incluidos en el tercer tomo de esta antología constituyen algunos de los más destacables. En Poéticas del vacío, a través de la glosa de autores como San Juan de la Cruz y Paul Celan, se interpreta el proceso de creación artística como una ascesis: un adentrarse en el vacío. Ese espacio en blanco en el cual se gesta el potencial creador, recuerda a la obra de José Ángel Valente. Pero es en Lo naciente donde se describe el acto de revelación que sigue a ese vaciamiento. Desde el prólogo, se plantea una analogía entre la creación poética y la relación del hombre con la divinidad: «intuyo que en la relación cara a cara, o desnudez a desnudez, con el ser de la existencia, la creatividad es la relación más decisiva, tan decisiva, que no podemos disponer de ella, tan decisiva que es gratuidad y don. Quizá, y finalmente, porque crear no es una manera de comprendernos, es la manera más radical de dejarnos crear». Si en Poéticas del vacío se concibe una via negationis sobre la actividad literaria, en Lo naciente se plantea la acción específica de la creación como una comunión con lo divino.

         La concepción del dolor representa otro aspecto importante de la poética de Mujica y se describe ampliamente en  La pasión según Georg Trakl. En este ensayo, se considera la escritura como un acto espiritual, pero no necesariamente sencillo y placentero. En el pensamiento de Mujica, el dolor tiene sentido: vale la pena dejarse afectar, pues es precisamente haciéndose pasible como el hombre puede abrirse a una revelación de los aspectos sagrados de la existencia. Las actitudes defensivas contra el dolor constituyen siempre una contracción, un repliegue del individuo, y cierran las puertas a toda posibilidad creativa. Acaso uno de los mejores ejemplos de un dolor productivo se puede hallar en la vida y obra del poeta austriaco Georg Trakl. Mujica le dedica un ensayo completo en el cual se aborda la relación entre vida y poesía y, aún más, la relación entre el dolor y la escritura. En el caso de Trakl, es el dolor lo que permite el parto.

           Por último, se incluye la narrativa del autor, agrupada en un libro de cuentos. En estos últimos es posible hallar algunas claves que permiten desentrañar el universo conceptual, pero sobre todo simbólico, de la obra de Mujica. Por ejemplo en el cuento “Un pozo horizontal” se narra un pasaje sobre la ceguera, que permite entender este concepto, parte biográfico (el padre de Mujica quedó ciego)  y parte simbólico, presente a lo largo de toda la obra de este autor.

           La escritura, en suma,  representa una experiencia espiritual para Mujica. En estos dos tomos se puede observar el desarrollo de muchos conceptos que ya estaban presentes o sugeridos en sus poemas, pero desde una perspectiva más completa. El estilo literario, las preocupaciones temáticas y la manera de abordarlas albergan una sensibilidad que resignifica la mística enfocándola en los procesos artísticos. La serie de ensayos y narrativa incluidos en esta antología, pueden leerse como un complemento a la obra lírica de Mujica, pero también se sostienen por sí solos, pues  constituyen una muestra muy completa de los vínculos entre la contemplación y la creación poética.

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