Revista de Crítica ISSN 2954-4904
Literatura


Hans Magnus Enzensberger, Poemas selectos, Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 2023, 94 pp.


La sentencia de Cicerón en Sobre la adivinación (“los hombres capaces de interpretar todos esos signos que anuncian el futuro parecen acercarse a la divinidad, igual que sucede con los estudiosos cuando interpretan a los poetas”) parece cumplirse en la obra poética de Hans Magnus Enzensberger (1929-2022). La obra de Enzensberger estalla en signos que obligan a lector a interpretar el porvenir. Un porvenir que parecía ser caótico en la Alemania de la posguerra y que aun mantiene su naturaleza salvaje. La selección y traducción de Pura López Colomé nos presenta un destilado de estos signos.

El volumen antológico se presenta no solo como un homenaje al fallecimiento del poeta e intelectual alemán, sino que además reivindica el valor de la palabra de Enzensberger. Su poesía es una obra que brota en un mundo de escombros (igual que la de Thomas Bernhard, Heinrich Böll y Peter Handke), una palabra que nace después de la posguerra. Lejos de reivindicar el compromiso social, la vergüenza y la redención de una sociedad y de una nación, Enzensberger restituye la voz del individuo frente al mundo. Entre el mundo y el individuo se siembra lo inesperado. Ello explica que su apertura por medio de la palabra juegue con imágenes de suspenso que lleven al lector a sospechar y a esperar. El poema “Casa remota” lo ejemplifica:

No tomo el hacha.

No hago añicos el artefacto.

La voz del terror

me sosiega. Dice:

seguimos vivos.

La casa está en silencio.

No sé poner trampas

ni hacer un hacha de piedra

por si se oxidara

la última de acero.

En la obra de Enzensberger el mundo es “solo una espiral nebulosa de imágenes” (“Camera obscura”). Imágenes que irrumpen al poeta y que lo llevan a seguir el designio del oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo”. Pues, ante lo brumoso del mundo, el conocimiento de uno mismo parece ofrecer seguridad. No obstante, este conocimiento no lleva a un resultado firme. Así lo muestra el poema “Orilla”.

No rebaso nada.

Nada me rebasa.

Nada se decide aquí…

El poeta lo tiene claro, para comprender(ser) lo mejor es salir de uno mismo. El poema “Reino de sombras” lo ilustra en el siguiente fragmento:

Por un rato

me salgo de mi sombra,

por un rato.

Quienes desean ver la luz

tal como es

deben retirarse a la sombras.

La salida de uno mismo es brutal. No obstante, el poeta, lejos de usar metáforas que apelen a la autognosis, nos lleva a la nulidad de lo que significa el que el “Yo” busque comprenderse. El mundo bulle de información, no hay espacio para un “Yo”. Parece estar cerca de la crítica Adorno a la Ilustración cuando en su poema “Poema de verano” nos muestra la vorágine de la información, y lo que es para el siglo XX. El “collage” poético que es “Poema de verano” mezcla capas de polifonía con doxografía consumista. Frases de Mao Tse- Tung, Lao Tse, Lenin, Marilyn Monroe y hasta del Banco Central de Alemania. Estamos lejos de la “Casa del Ser” (Heidegger). Lo fragmentario de Enzensberger conduce necesariamente a hacer frente al ruido. Theodor Adorno en Minima Moralia (1951) dice: “Todo lo que hoy en día llamamos comunicación, es puro ruido con el que se cubre el mutismo de lo hechizado”.

El mundo ha asumido un petición de principio atroz: “La verdad es comunicación e información, porque lo comunicamos e informamos”. Ante este absurdo el poeta alemán se posiciona:

… y yo prefiero

un nuevo error

a cualquier certeza…

En la poesía de Enzensberger el error, el fracaso y la perdida son actos vitales. Un fragmento de “Elimina lo inaplicable” lo ilustra:

¿No estás exhausto

-solo por miedo-

solo por miedo del miedo

a decir lo equivocado

decir lo equivocado siempre?

Hasta aquí notamos que la economía de lo verbal obedece a un doble principio: el yo no es nada  y el mundo es solo “ruido y furia”. El poeta se retrae, el poeta llena los silencios que hay entre el ruido y el caos de la modernidad. Hay un paralelismo en la poesía de Enzensberger y las ideas sobre la música de Adorno: “Si ya nadie puede decir realmente nada, entonces, con seguridad, tampoco nadie puede escuchar:” ¿Que le queda al poeta? La aprehensión de lo posible. El poeta se abre a lo posible entre el ruido y la sordera. Entre el yo y el mundo, el Otro se yergue como primer problema para la aprehensión pero también como apertura a lo posible. Lo leemos en su poema “Por qué los poetas siguen mintiendo”:

Porque siempre es otro,

siempre otro el que habla

y aquel de quien se habla

se queda sin habla.

Si el “Yo” no importa, el “Otro” adquiere importancia ante las posibilidades que implica para el sujeto y para el mundo. Por ello las metáforas de Enzensberger son de importancia en su obra. La urgencia de abrirse “a lo posible” implica la antítesis y el oxímoron. La aparente sequedad del lenguaje poético es en realidad una herramienta con la que Enzensberger violenta el ruido. Incluso sus poemas más “metafísicos” juegan con las posibilidades que ofrece la percepción. Poemas como “La Gran Diosa”, “A la deriva”, “Sistema líbico”, “Verificación de identidad” y “Modelo para una teoría del conocimiento” ofrecen el olvido de uno mismo, el sacrificio del “Yo” para ganar el Reino de lo Posible. ¡Adiós a las certezas! Hay que dar cabida al error y a la equivocación pero con vistas a reconstruir la vida humana.

Aquí se nota claramente lo que diferencia a Hans Magnus Enzensberger de otros poetas de su generación. La poesía de Enzensberger apela a la libertad y a la anarquía para abrirse a lo posible del mundo; la diatriba social y política es abordada en sus ensayos y artículos. La poesía, como la música, huye del fetiche de lo socialmente comprometido. Hay que apagar el ruido. Citando a Lao Tse: “de lo minúsculo emerge lo grandioso”; Enzensberger: “y en medio, quizás se abre el poema”.

El lector que se acerque a la antología poética de Hans Magnus Enzensberger verá que, parafraseando a Theodor Adorno en Dialéctica de la Ilustración,“solo la poesía que se hace violencia a sí misma es suficientemente dura para quebrar el ruido”. La selección de Pura López Colomé le presenta al lector una herramienta para quebrar el ruido de la modernidad y explorar las posibilidades que ofrece el lenguaje de la mano de Enzensberger.

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